-¡Corre que te alcanzo!- grito el niño.
-¿Cómo me vas a alcanzar? ¡Estoy muy lejos de ti!- dijo ella.
Corrian como si no hubiera un mañana, gritaban, chillaban de alegría pero, nada dura para siempre.
Ella iba a cruzar pero lamentablemente no lo logró.
Los chirrillos de las ruedas contra el pavimento hicieron presencia alertando a el pequeño amigo.
-No te vayas, aun no he dicho todo.- dijo el pequeño entre gimoteos.
La pequeña entre el dolor y la sangre le dio una dulce y tranquilazora sonrisa.
-¡Por favor! ¡Te amo! ¡No te vayas!- dijo en gritos desesperados.
Cuando...
-¡Cariño! ¡Despierta! Son las 6 a.m, a pararse.- exclamo la mujer desde la cocina.
Abrió los ojos, mientras su cuerpo sufria espasmos de miedo y tensión.
Recordando aquello que tanto daño le ha hecho, dejando un vacío enorme en su estómago.
¿Podemos superar la muerte de un amigo?¿Podemos imaginar cosas sin siquiera vivirlas?
Hay cosas inverosímiles, como nuestros dolores cuando perdemos a alguien, cuando nos rompemos una pierna o cuando están en un parto.
O cuando te rompen el corazón.