Peleas, gritos, disgustos, reconciliación, regalos, sonrisas, complicidades y muchos recuerdos.
La vida en familia es difícil. No siempre estaremos de acuerdo en todo, tal vez nunca hagamos coincidir nuestra opinión respecto a algunos temas con nuestros familiares .Tendremos diversas formas de expresarnos, de pasar un buen rato. Tal vez hayan heridas que aún están abiertas y duelen demasiado, evitamos tener esas conversaciones que podrían lastimarnos más, incluso evitamos cruzar palabras con aquellos que han estado presentes toda nuestra vida.
Todo esto es común en una familia, sin embargo y a pesar de todo, sabemos que ellos estarán allí en los momentos más difíciles; si no me crees observa un funeral, contempla el comportamiento de los familiares de algún paciente moribundo en un hospital; nadie se va en contra de nadie, en la gran mayoría de los casos, los dolientes encuentran apoyo en sus familias, en sus parientes, en aquellas personas que a pesar de los disgustos y peleas comparten el dolor de la pérdida de un ser amado, la impotencia ante las situaciones dolorosas, la incertidumbre acerca del destino de su congénere. Es en esos momentos donde podemos entender el porqué existen las familias. No digo que los amigos no sean importantes, pues los hay tan cercanos que parecieran familia; pero la familia, buena o mala, unida o distante, comprensiva o totalmente loca, siempre estará ahí, al final no importará que tanto hayamos peleado con ellos, el poco afecto que nos demostremos, que tanto nos ignoramos, nuestra familia esta nuestra red de seguridad, nuestro soporte, nuestro bote salvavidas, así que no nos cerremos a ellos, tratemos de entendernos un poco y las cosas, lentamente, mejorarán. Allá donde estés, te envío un abrazo
