Ante la luna que sangra, como lo hacen mis verbos al mirar tu desnudez que me ofrece un paraíso de conjugaciones que poco a poco con amor y habilidad de escritor publicano iré desgranando por cada espacio de piel, hasta lograr un poema que haga fluir de la fuente de vida la miel que me sacie las frases que consumo directamente de las columnas que resguardan el jardín de mi perdición.