De repente escuché caer la lluvia de forma repentina, cuando me acerqué a la ventana pensé en dos cosas: la primera fue en tí, amor mío, y la segunda en la ropa del tendedero y aunque me quise apresurar para evitar que se mojara, me quedé de pie mirando la lluvia y recordándote...
Han pasado algunos meses desde que decidimos que separados estaríamos mejor, aún no sé si hicimos lo correcto, porque te echo de menos y a diario despierto deseando estar entre tus brazos, a diario te busco en la cocina preparando la cena, a diario escucho tu risa, a diario me haces falta, cariño...
El sonido de la lluvia me llevó a nuestros inviernos, esos días fríos pero románticos, en los que sólo tú calmabas el frío que se colaba por las heridas de los viejos amores, te recuerdo esperándome en el sofá por la noche, con una taza de chocolate y una manta en tus manos, con la invitación a ver nuestra serie favorita, abrazados hasta quedarnos dormidos, con las manos entrelazadas…
Pero también recuerdo tu falta de querer, tu entrega incompleta, tu miedo a calmar el frío, tu ausencia en mis silencios y recordarte así me recuerda por qué no estás aquí, junto a mí, viendo la lluvia caer o tal vez recogiendo la ropa del tendero, que también has dejado vacío...
Y decirte amor mío que, si aún me lees, yo aún te escribo.