Me dijo que lo sentía mucho, pero que no podía seguir conmigo, dijo que ella no era la indicada para mí, que yo merecía a alguien mejor.
Dijo que todo estaría bien, que sabía que yo era una persona fuerte y que podría salir adelante sin ella.
Me juró que pronto todo pasaría y que las cosas estarían mejor...
Tenía razón, yo era una persona fuerte y fue precisamente mi fortaleza la que me mantuvo de pie, pero lo que ella no sabía era que desde que la conocí se había convertido en mi mayor debilidad.
La necesitaba para vivir y para sentirme bien, con ella yo me sentía vivo. Yo ya no podía vivir si no era con ella, al menos no de la forma en la que yo quería.
No morí cuando ella se fue, pero jamás volví a sentirme vivo.