Pero de pronto encuentras algo que te anestesia, algo que te manda a otro lugar, un sitio más seguro, más acogedor, alejado de toda esta basura incontenible.
De algún modo eso hace una noche fría de diciembre en una noche serena, con el cielo perfecto, con los sentimientos perfectos.
De pronto caes en la cuenta de que no todo vale la pena y está bien, también está bien el no preocuparse por todo, y que las cosas sin sentido están bien así… La vida sigue, fluye ante tus ojos y es hermoso, aceptas que estar mal en estos momentos te ayudó a ver eso, te ayudó a comprender muchas cosas y a tener ideas tan geniales como bizarras, pero todo es parte de esto.
Vuelves a ser el adolescente que está probando cada cosa a ver si le gusta o si se siente identificado para encajar, esa inocencia de experimentar por primera vez y pensar que no se está haciendo nada cuando en verdad se está construyendo algo maravilloso, poco a poco, sin que te des cuenta, todo va sucediendo, va poniéndose en su lugar.
Hoy es una madrugada mágica, pues veo hacia la ventana y me quedo observando el firmamento nocturno que hace, recuerdo muchas cosas, otras no.
Quiero pensar en cosas específicas, como la chica que me gusta, sí, eso está bien… .