Era un día lluvioso, y muy nublado, pero mi pequeña, ya había nacido, su mamá y ella estaban muy cansadas, pero por fin me permitieron cargarla, y wow, sentir ese pequeño cuerpecito entre mis manos, me robó el aliento. Sus deditos me apretaban los dedos, su cabellito era tan largo, tan negro, tan mío.. .

Las enfermeras tuvieron que llevársela para poder revisar que todo estuviera bien, y en perfectas condiciones, al pasar dos días, nos dieron de alta en el hospital, y todo estaba bien, así que los tres subimos al auto y regresamos a casa. En casa la vi crecer, día con día, sus piecitos se marcaban por toda la casa, y cada vez se hacían más grandes. Tú y tu esencia se marcaron día tras día en las paredes de la casa, ellas estaban llenas de recuerdos preciados. Pero un día, un idiota llegó, y te separó de mi lado, poco a poco, y con mi consentimiento, los años pasaron tan rápido que sentí que no tuve suficiente tiempo, sentí que no fui el tiempo suficiente a tus festivales en preescolar o a tus bailes en ballet, cada día sentí que eras más responsable para el mundo.

Mientras tú crecías, me gustaba observarte y reír de tus tonterías y bobadas, pero mientras todo eso pasaba, el tiempo era mi peor enemigo, más te alejaba, hasta llegar un día, con un hombre a tu lado, tomándote de la mano, por fin sentí lo que sintió tu abuelo con tu madre, sentí que alguien se robaba un pedazo de mí, se llevó con él mi más preciado tesoro, mi caja fuerte, mi corazón, pensé que sería algo pasajero, pero vi que todo esto iba en serio, cuando cargabas una sortija en la mano izquierda.

Al poco tiempo, te fuiste de mi casa, prometiendo regresar. Al no pasar más de un año y medio, regresaste con una pequeña en brazos, y sentí que todo regresó, tus deditos apretándome los míos, con una gran fuerza, esa bebe había regresado, trayendo tantos recuerdos a mi mente, era mi nieta, era una princesita más, pero detrás de ella, siguieron llegando más y más años, y con ellos más y más princesas, gracias hija, gracias mi bebé.