Recuerdo su habitación, no podía concentrarme en nada, mi mente vagaba entre sus suaves sabanas, mi cuerpo temblaba, sentía cada una de mis pulsaciones, rápidas y muy fuertes.
Sin terminar de idealizarme comenzó a tocar con sus hábiles dedos. Primero el cabello, cuello, hombros hasta bajar lentamente hacia mis pechos, le miré deseoso de mí, ¡Que sensación más impresionante! Le respondí con un beso apasionado lleno de picardía.
Sólo en se preciso instante eramos uno mismo, respondíamos a las necesidades del otro, hablabamos casi en susurro, era innecesario hacerlo sólo con ver sus pequeños ojos color café y su sonrisa traviesa sabía perfectamente lo que quería decir .
Sin embargo son sólo eso y nada más, caricias por ocasión y no por amor. Me duele aceptarlo por que no me necesita como yo a él o por lo menos no de la misma manera. En poco tiempo conquistó mi corazón sin intención alguna. Fue mi error y lo reconozco, en un principio no debí acceder a tal relación.