Después de algunos meses hemos vuelto a vernos.
Un par de botellas de vino en la mesa ayudó a que todo saliera de nuestro pecho y algunos nudos en la garganta se deshicieron. En mi mente, como película en cámara rápida, aparecieron todos los recuerdos y así fui escupiendo sentimientos, dolor y verdades crudas.
En esos tiempos pasados yo portaba un anillo en mi dedo anular de la mano izquierda, un compromiso que no se había anunciado.. .
Sentado me mirabas, pronunciabas palabras que parecían verdad, llamaste mi atención y con tus ojos posados en mi me dijiste "las cosas que están aquí son por ti, lo que compro es porque sigo pensando que serán para ti", tomaste un sorbo de vino y tragando con dificultad volviste a decir "hoy hay una oferta que ha de aprovechar tu curiosidad, pregunta todo lo que quieras y yo te responderé con la verdad".
Pregunté cuántas cosas vinieron mi mente hasta que me quedé vacía, pero aun resaltaba algo, quería que tú me lo dijeras sin que te preguntara, tu mayor secreto hacia mí; yo ya había sospechado de algo, que resulto ser verdad, mis sospechas siempre resultan ciertas. Entonces con un poco de valor y alcohol en la sangre te pregunte "¿algo que escondas y quieras decirme?", entonces tomaste un cigarrillo, lo prendiste y cuando terminaste de exhalar lo último del humo, me miraste y dijiste "no, nada".
No sabía cómo decirlo, no sabía cómo empezar, resultó fácil subir a la habitación y acostarnos, me abrazaste y en unos minutos quedaste profundamente dormido. Yo solo me quedé un poco de tiempo con los ojos cerrados, mi cabeza gritaba "no esperes más, dile que lo sabes", entonces me desvanecí entre la cama y sus brazos, caminé descalza por la habitación, 2:30 de la madrugada. Ya no soportaba los gritos de mi mente, entonces caminé hacia su lado de la cama, posé mi mano en su hombro y pronuncié “amor, es tarde, tengo que regresar a casa", abriste los ojos y me llevaste hacia ti, entonces en un sollozo dije "¿me has engañado?" y con toda la tranquilidad del mundo y tu voz ronca dijiste "no". Una vez que entre en el tema, no lo iba a soltar y pregunte insistentemente, tu solo posabas tu mirada en mí y decías que "no" acompañado con palabras dulces.
Mi vaso lleno estalló, y posicionándome como la más vil, comenté miles de cosas (mentiras), para poder sacarte la verdad, y tú seguías negando todo. Tomé tu teléfono, te miré y dije, "desbloquéalo y veremos juntos si dices la verdad", instintivamente abriste los ojos y te incorporaste rápido en la cama, con claridad decías que no, y yo insistía que sí; sabía que no claudicaría, así que me tomaste y me pusiste entre tus piernas, me abrazaste y pronunciaste "no creo que sea necesario, no encontraras nada", entonces tomé tu mano, el dedo índice y desbloque el teléfono, revisamos cada mensaje, ¡apareció toda la verdad!, no reclamé, solo me dediqué a leer fechas y mensajes.
Me había engañado cuando fuimos novios,
Me había engañado cuando me pidió que fuera su esposa,
Me engañó cada vez que me iba a buscar,
Me engañó ese día, me engañó esa noche aun entre sus brazos.
Te limitaste a decirme "¡ya no quiero ver eso, cuando terminaras, disfrutarás torturarme!"; apagué el teléfono y me incorporé, lo miré y dije "yo no disfruto esto, me has engaño todo este tiempo, la tortura siempre me la llevé yo, solo te hice ver el mentiroso que eres, que tus palabras carecen de valor y yo que te amé sinceramente"
No quedaba más que pararme y tomar mis cosas para irme, sin gritos y sin llanto. Tomaste las llaves del carro y me llevaste hasta mi casa. Cuando te estacionaste, abrí la puerta del auto, encendí un cigarro, caminé hacia la puerta de mi casa mientras escuchaba unas últimas palabras de él, "espero puedas perdonarme".