En las últimas décadas, la ansiedad se ha convertido en una de las condiciones más comunes a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 300 millones de personas en todo el mundo sufren de ansiedad, lo que representa aproximadamente el 4% de la población .
Para entenderlo, primero es importante reconocer que, aunque hay más conversaciones sobre la ansiedad ahora que en el pasado, esto no necesariamente significa que la prevalencia haya aumentado. En años anteriores, muchas personas sufrían en silencio, ya que los trastornos mentales eran un tema tabú y pocas veces se buscaba ayuda. Hoy en día, hablar sobre la ansiedad ya no es tan estigmatizado, lo que ha permitido que más personas reconozcan sus síntomas y busquen apoyo.
Sin embargo, también hay factores modernos que podrían estar contribuyendo al aumento de la ansiedad en la sociedad. Vivimos en una era de hiperconexión, donde estamos constantemente bombardeados con información a través de las redes sociales, noticias y mensajes instantáneos. Aunque el acceso a la información puede ser útil, también nos expone de manera constante a noticias de catástrofes, crisis globales y otras situaciones que generan incertidumbre y miedo. Esto hace que nuestro cerebro se mantenga en un estado de alerta constante, pensando que estamos en peligro todo el tiempo.
Además, las redes sociales, que muchas veces nos parecen inofensivas, pueden empeorar nuestra ansiedad. Estas plataformas nos invitan a compararnos constantemente con otros, lo que puede generar sentimientos de insuficiencia, baja autoestima y ansiedad. Las imágenes de vidas aparentemente perfectas que vemos en Instagram o Facebook pueden hacernos sentir que estamos fallando en nuestras propias vidas, lo que intensifica nuestra preocupación.
Otro factor es la creciente presión económica. Vivimos en un mundo donde los precios suben, pero los salarios se mantienen estancados. Las personas trabajan más horas que nunca y, en muchos casos, deben estar disponibles las 24 horas del día. Esto genera un ambiente de constante estrés y ansiedad, especialmente en grandes ciudades, donde la sobrepoblación y la falta de espacios para descansar afectan nuestro bienestar mental.
No podemos olvidar el impacto que el cambio climático está teniendo en nuestra salud mental. La preocupación por un futuro incierto y la sensación de estar perdiendo la conexión con la naturaleza están contribuyendo a lo que se conoce como "ecoansiedad", una forma de angustia relacionada con el deterioro del medio ambiente.
Entonces, ¿qué podemos hacer para combatir la ansiedad en este mundo tan acelerado? La clave está en encontrar un equilibrio. Es fundamental desconectarnos de las noticias y las redes sociales en ciertos momentos, salir al aire libre y rodearnos de la naturaleza. Establecer tiempos para descansar, estar con amigos y familia, y practicar actividades que nos permitan vivir de manera más consciente son pasos esenciales para reducir la ansiedad.
La ansiedad es una respuesta natural de nuestro cuerpo ante el estrés, pero cuando se vuelve constante y abrumadora, es importante buscar maneras de gestionarla. No todo está perdido, y con los cambios adecuados en nuestra rutina y hábitos, podemos reducir su impacto en nuestras vidas.