En octubre de 2024 nacieron Rómulo y Remo, dos cachorros adorables que, según la empresa Colossal Biosciences, marcan un hito en la historia de la biotecnología: serían los primeros “lobos gigantes” resucitados mediante ingeniería genética. La noticia corrió como pólvora y los medios celebraron lo que parecía una hazaña tipo Jurassic Park .
Estos animales no son lobos gigantes extintos hace más de 10,000 años. Son lobos grises modernos con pequeñas modificaciones genéticas —apenas 20 cambios en 14 genes— que en ningún universo podrían hacerlos una nueva especie, mucho menos una extinta. Decir que son lobos gigantes es tan inexacto como afirmar que podrías “revivir” a los neandertales cambiando un par de genes humanos.
Entonces, ¿qué hizo realmente Colossal? Editaron el ADN de un lobo gris usando la tecnología CRISPR para alterar ciertas características físicas —tamaño, pelaje, y apariencia— con el objetivo de hacerlos parecerse a los famosos wargos de Juego de Tronos. Ni siquiera se basaron en el pariente más cercano del lobo gigante extinto, que no es el lobo gris, sino los chacales africanos. Es decir, el proyecto no se basa en un rigor científico, sino en una mezcla de marketing y fantasía pop.
Y eso es precisamente lo más inquietante: este proyecto no busca restaurar ecosistemas ni preservar la biodiversidad. Busca atención, titulares, y lo más importante, inversión. Porque decir que estás “resucitando” lobos gigantes vende mucho más que anunciar que estás clonando lobos con pelaje raro. La compañía ya ha hecho algo parecido con ratones: crearon roedores con pelaje rojizo y largo, afirmando que eran “ratones lanudos con ADN de mamut”, cuando en realidad no usaron ningún ADN de mamut.
Esto plantea una preocupación ética importante: están disfrazando animales vivos con características de criaturas extintas para construir una narrativa que les genere capital. Ya se habla incluso de crear safaris en tierras indígenas con animales “prehistóricos” fabricados genéticamente. ¿Suena a ciencia ficción? Sí. ¿Suena a negocio? También.
Incluso si logran crear una copia funcional de una especie extinta, la pregunta es: ¿para qué? Los ecosistemas actuales ya han cambiado. Reintroducir un depredador extinto como el lobo gigante no restauraría el equilibrio; probablemente lo rompería aún más. Y si no se adapta, simplemente volvería a extinguirse.
Lo más irónico es que Colossal sí ha hecho cosas valiosas: ayudaron a aumentar la diversidad genética del lobo rojo, una especie real en peligro crítico. Pero eso no aparece en sus titulares. Es menos emocionante que un "mamut lanudo" sintético.
Al final, esto no se trata de salvar el planeta. Se trata de vender una idea —una mentira atractiva, con estética de fantasía y promesas de ciencia espectacular— que solo beneficia a sus inversionistas. Y es esa mezcla de verdad, manipulación y show lo que hace que este tema sea tan peligroso.