No es difícil estar cuando todo brilla, cuando reímos fuerte y todo parece ir bien. Cuando la vida fluye, las palabras sobran y las conversaciones se llenan de promesas .
Ahí es donde se nota. Ahí es donde realmente importan los vínculos.
Porque hay personas que se quedan en silencio, sin presionar, sin exigir explicaciones. Personas que entienden que la ausencia de palabras no es desprecio, sino un grito suave que pide comprensión. Que saben que no siempre tenemos fuerza para sostener al mundo, y que en esos días, basta con que alguien nos sostenga a nosotros.
A esas personas que no se van cuando ya no tenemos una sonrisa lista. A quienes no necesitan que estemos bien para seguir queriéndonos. A quienes se sientan a nuestro lado en medio del caos interno, incluso si no entienden del todo lo que sentimos. A quienes no nos sueltan, incluso cuando nosotros mismos nos estamos soltando… gracias.
Gracias por ser refugio.
Gracias por quedarte sin hacer ruido.
Gracias por demostrar que amar también es acompañar sin prisa, sin presión, sin condiciones.
No siempre sabremos cómo agradecerlo. A veces nos encerramos, otras nos alejamos, pero en el fondo, sabemos que esos gestos suaves, silenciosos y constantes son los que de verdad salvan.
Así que, si tú estás en ese rol de sostener, si estás ahí para alguien que hoy no puede con todo… también gracias.
Porque quedarse cuando todo se oscurece es uno de los actos más puros y valientes que existen.