Yo Martha, te acepto a ti como mi legítimo esposo, para amarte y respetarte por el resto de los días, desde aquel inicio de Enero donde comenzó el transcurrir de mis días, para bien o para mal, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que este ángel vil y malévolo nos separe.
Yo Erick, te escojo a ti como la mujer de mis sueños, la cómplice de mis aventuras, la amante de cada noche llena de locura, donde la pasión sea la llama de un erotismo lleno de amor, para bien o para mal, te desearé, te erotizaré la piel en la enfermedad, me atraerás en el embarazo, alimentaré la pasión a diario, daré ideas a tu imaginación para romper la rutina y que no se apague la pasión, hasta que la insatisfacción sexual nos separe.
Y susurró un poco atónito y confundido el señor sacerdote: ".. Y los declaro marido y mujer, hasta que su par de infiernos los separe".
En nuestro cielo terrenal existe tanta llama como en la cama en la que te voy a encontrar.