En el eco silencioso de sus pensamientos, ella se sumerge en la tormenta de la insuficiencia.
Cada palabra de rechazo se convierte en un latigazo en su autoestima, y su reflejo en el espejo se distorsiona con la sombra del desamor.

Se pregunta qué falta en ella, qué pieza del rompecabezas no encaja en el tablero del corazón de aquel hombre.
La duda, como un veneno sutil, se desliza por su ser, dejando cicatrices invisibles que solo ella puede sentir.

A medida que él se aleja, llevándose consigo las promesas no dichas, ella se aferra a la idea de cambiar, de ser más, de llenar los vacíos que imagina en su propia valía .

Cada intento de conquistar su atención se convierte en un recordatorio doloroso de que sus esfuerzos no son suficientes.

La inseguridad se arraiga en su pecho, como una sombra que oscurece la posibilidad de amar y ser amada.
En su búsqueda de validación, se pierde a sí misma, sacrificando trozos de su esencia en el altar de la aceptación no correspondida.

Pero en el túnel del desamor, surge la luz de la autenticidad.
Aunque duela, aprenderá que su valía no está determinada por la aceptación de alguien más.
Con el tiempo, sanará, reconstruirá sus pedazos rotos y descubrirá que merece un amor que celebre su plenitud, en lugar de uno que la haga sentir insuficiente.