Los últimos años de Gerónimo, el legendario líder apache, estuvieron marcados por una mezcla de cautiverio, fama y una extraña adaptación a un mundo que había cambiado drásticamente. Tras su rendición en 1886, fue trasladado junto con su pueblo a reservas en diferentes partes de Estados Unidos, lejos de sus tierras ancestrales.
En Fort Sill, Oklahoma, Gerónimo se convirtió en una figura pública, casi una celebridad .
Su vida también estuvo marcada por la tristeza y la decadencia. El alcohol se convirtió en un compañero frecuente, y su salud se deterioró. En febrero de 1909, a la edad de 85 años, Gerónimo cayó de su caballo mientras regresaba a casa después de una noche de fiesta. Pasó la noche a la intemperie y murió de neumonía el 17 de febrero.
Aunque sus últimos años estuvieron lejos de la gloria de sus días de guerrero, Gerónimo dejó un legado imborrable. Su figura se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la resistencia contra la opresión, y su nombre sigue vivo en la memoria de aquellos que admiran su valentía y su espíritu indomable.
