Esa sombra silente, se desliza entre los dedos como un río de promesas rotas. Viste de luces y risas, pero sus ojos esconden el veneno de la traición .Es una serpiente que serpentea entre las almas, susurrando secretos a media voz, mientras su lengua, dulce y venenosa, sabe bien cuándo morder. Se presenta con sonrisas de seda, pero bajo sus labios hay cuchillos, cuchillos que cortan sin piedad, que destrozan el tejido de la confianza con cada mirada fugaz, con cada gesto inoportuno.
Es una máscara que cambia de forma, una sombra que se estira y se encoge al ritmo de las mentiras que encierra. Con su promesa de lealtad, juega al escondite en los rincones de la mente, pero siempre regresa, no para sanar, sino para arrastrar, para despojar de lo poco que queda de esperanza. Es un eco vacío, una ilusión que se disuelve cuando se la mira demasiado de cerca.
Sus pasos son sigilosos, como quien se aleja sin que uno lo note, como quien se va, pero deja una huella indeleble en el alma. Y cuando crees que todo está bien, cuando te entregas sin reservas, ella se quiebra, se desangra, y tú, la víctima de su danza macabra, no tienes más que recoger los pedazos de lo que creías que era real. Es una jugadora que sabe bien las reglas del juego, pero que nunca juega limpio.
Y, en el fondo, ¿qué es amistad? ¿El amigo o amiga que se queda, o quien se va cuando ya no queda nada?
