En una habitación del castillo de la familia Longhi en Fumone, cerca de Roma, Italia, hay algo inusual que se ha conservado durante unos 200 años: el cuerpo de un niño. Se trata de Marchesino Francesco Longhi, quien murió en circunstancias misteriosas en el siglo XIX a la edad de solo 5 años .
El cuerpo de Francesco está colocado dentro de una urna de cristal, que se encuentra encerrada en un viejo armario de madera. Está vestido con ropa de la época y su rostro está cubierto de cera, lo que le da la impresión de que está durmiendo plácidamente. A su alrededor hay pequeños juguetes.
Su madre, Emilia Caetani, nunca pudo aceptar su muerte prematura. Hizo embalsamar su cuerpo para tenerlo siempre cerca y continuó vistiéndolo, hablándole y jugando con él durante el resto de su vida.
Para aumentar la naturaleza inquietante de esta historia, algunos visitantes afirman haber visto al niño moverse levemente o cambiar su expresión facial, casi como si todavía estuviera vivo.