En una tranquila casa de campo en Steventon, Inglaterra, una niña de mirada curiosa crecía rodeada de libros y conversaciones afiladas. Su nombre era Jane Austen, y aunque el mundo aún no lo sabía, estaba destinada a cambiar la literatura para siempre.
Nació el 16 de diciembre de 1775, la séptima de ocho hijos de una familia respetable pero sin títulos nobiliarios .
A los 12 años, escribía parodias de las novelas románticas de la época. A los 20, tenía borradores de lo que serían algunas de las historias más queridas de la literatura. Pero en aquel entonces, una mujer escritora no era bien vista. Jane lo sabía.
Cuando envió su primera novela a un editor, esta fue rechazada. Nadie quería arriesgarse con la obra de una mujer desconocida. Sin embargo, Jane no se rindió. En 1811, publicó Sentido y sensibilidad, pero sin su nombre en la portada. El libro solo llevaba una firma modesta: "By a Lady" ("Por una dama"). Orgullo y prejuicio siguió en 1813 y, esta vez, la respuesta fue diferente. Los lectores quedaron cautivados por la historia de Elizabeth Bennet y el enigmático Sr. Darcy. La ironía afilada, los diálogos ingeniosos y la aguda crítica social hicieron que la novela se convirtiera en un éxito inmediato.
A pesar de la fama, Jane siguió siendo un misterio. No buscó reconocimiento ni fortuna. Escribió Mansfield Park, Emma y Persuasión desde la tranquilidad de Chawton, un pequeño pueblo donde pasaba sus días en compañía de su hermana Cassandra. Sus historias hablaban de amor y matrimonio, pero Jane nunca se casó. Su corazón, se dice, perteneció a un hombre al que nunca pudo tener.
En 1816, algo cambió. Su salud comenzó a deteriorarse. Se cree que padecía la enfermedad de Addison o quizás un tipo de linfoma. Aun con el cuerpo debilitado, su mente seguía tejiendo historias. En su lecho de muerte, intentó terminar Sanditon, pero el destino no se lo permitió.
Jane Austen falleció el 18 de julio de 1817, con apenas 41 años. Fue enterrada en la catedral de Winchester sin ninguna mención a su talento en su lápida. Pero el tiempo se encargó de corregir ese olvido.
Tras su muerte, sus hermanos publicaron sus últimas novelas y revelaron su nombre al mundo. Lo que en vida fue un secreto se convirtió en leyenda. Hoy, sus libros siguen cautivando a millones de lectores, sus personajes son íconos literarios y su legado, eterno.
Jane Austen no solo escribió historias. Escribió el alma de una época, con la ironía de quien observa el mundo y lo entiende mejor que nadie.
