Nacido en 1818 en Buda, Hungría (hoy parte de Budapest), Ignaz Semmelweis estudió medicina en la Universidad de Viena y comenzó a trabajar como asistente en la clínica de maternidad del Hospital General de Viena. Durante su tiempo allí, Semmelweis observó una alta tasa de mortalidad entre las mujeres que daban a luz, debido a una enfermedad conocida como fiebre puerperal o fiebre del parto.
Semmelweis se dio cuenta de que los médicos y estudiantes que asistían a los partos a menudo venían directamente de realizar autopsias sin lavarse las manos adecuadamente .
Los resultados fueron asombrosos. La tasa de mortalidad en la clínica de maternidad se redujo drásticamente. A pesar de esta evidencia, las ideas de Semmelweis fueron recibidas con escepticismo y resistencia por parte de sus colegas y la comunidad médica. La falta de comprensión sobre los gérmenes y la transmisión de enfermedades hizo que muchos rechazaran sus hallazgos.
Semmelweis continuó defendiendo la importancia de la higiene en la atención médica, pero su lucha fue en gran medida ignorada y desacreditada. Finalmente, regresó a Hungría, donde también encontró resistencia a sus ideas. Su salud mental se deterioró, y en 1865 fue internado en un hospital psiquiátrico, donde murió poco después.
A pesar de la trágica vida y la falta de reconocimiento en su tiempo, el legado de Ignaz Semmelweis perdura. Sus ideas sobre la higiene y el lavado de manos se convirtieron en principios fundamentales de la medicina moderna, salvando millones de vidas en todo el mundo.