Atahualpa fue el último emperador del imperio inca, figura central en un periodo de profundas transformaciones y conflictos internos. Su ascenso al poder se dio en el contexto de una guerra civil que enfrentó a dos facciones incaicas, en la que se disputaba la legitimidad del trono entre él y su medio hermano Huáscar .
La llegada de los conquistadores españoles, encabezados por Francisco Pizarro, supuso un giro decisivo en su destino. En 1532, Atahualpa fue capturado durante la confrontación en Cajamarca, lo que marcó el inicio de una serie de eventos que desembocarían en la desintegración de la estructura política inca. Durante su cautiverio, ofreció un enorme rescate en oro y plata, gesto que reflejaba tanto la riqueza del imperio como su intento por negociar su liberación. Sin embargo, a pesar de este pago, fue ejecutado en 1533, poniendo fin a la resistencia organizada y abriendo paso al dominio colonial español en la región.
El estudio de su vida y obra resulta fundamental para comprender el colapso de uno de los imperios precolombinos más avanzados, así como para analizar los procesos de choque cultural y transformación política que marcaron el inicio de la era moderna en América. Las investigaciones sobre Atahualpa no solo ponen de relieve su capacidad para liderar en tiempos de crisis, sino que también evidencian las complejidades de la administración y la organización estatal inca, cuyas estructuras se vieron irremediablemente trastocadas por la irrupción de la conquista europea.
