Platón: Veo que defiendes la idea de que la vida evolucionó a través de la selección natural. ¿Acaso crees que todo en el universo es fruto del azar y no de un orden trascendental?
Darwin: No digo que sea azar puro, sino un proceso natural de cambio y adaptación .
Platón: Pero si todo está en constante cambio, ¿cómo puedes explicar la esencia de las cosas? Un perro sigue siendo un perro aunque varíen sus rasgos. Eso significa que hay una forma ideal, una esencia que trasciende lo material.
Darwin: Lo que llamas esencia es solo una categoría que usamos para comprender la naturaleza. No hay un modelo perfecto de perro, sino una historia evolutiva donde cada especie se adapta a su entorno.
Platón: Sin embargo, tu teoría solo explica el mundo sensible, pero no responde a la causa última. ¿De dónde surge el orden en la naturaleza? ¿Quién establece las leyes que permiten la evolución?
Darwin: La naturaleza misma establece esas reglas. No hay un diseño preestablecido, solo la supervivencia de los más aptos. Lo que parece orden es el resultado de millones de años de selección.
Platón: Pero entonces, ¿no hay propósito en la existencia? ¿No hay un fin último hacia el que todo se dirige?
Darwin: No en el sentido en que tú lo planteas. La evolución no tiene una meta final, solo un proceso de cambio constante.
Platón: Entonces vives en un mundo sin significado, donde todo es contingente y nada es eterno.
Darwin: No es falta de significado, sino una visión distinta de la realidad. Encontramos belleza y maravilla en la complejidad de la naturaleza, sin necesidad de ideas trascendentales.
Platón: Quizás estamos viendo la misma verdad desde ángulos distintos. Tú describes el cómo, pero yo busco el porqué.
Darwin: Y ambos queremos comprender el mundo tal como es.