El gran corazón de Pedro Infante 
2 Mar, 2025
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ANÉCDOTA INÉDITA. La siguiente información nos la facilita el Ingeniero Juan Manuel Escareño, quien es el Director del "Museo de Autos y Del Transporte de Monterrey A .

C." Nos reafirma el gran corazón de Pedro Infante.


Resulta que en cierta ocasión Pedro Infante le llamó a Eulalio González "El Piporro" y lo citó en su casa de Cuajimalpa. El Piporro no sabía en absoluto para que lo citó Pedro, tal vez imaginaba que era para algún proyecto de película. Cuando llegó Eulalio a la casa de Pedro, éste lo recibió con una enorme sonrisa y a su vez le entregaba unas llaves de un automóvil. ¿Y esto que es Pedro?, Contestó El Piporro. "Son las llaves de un regalo que te quiero dar", "Ven, acompañame", le dijo Pedro mientras se dirigían al garage de la casa de Cuajimalpa.


"¿Cómo ves?, es tuyo, te lo compré"... Al observar detenidamente, El Piporro vio que se trataba de un automóvil marca Ford Fairlane de 1955, dos puertas Hard-Top a dos tonos de color, nuevo de agencia, con la factura a nombre todavía de Pedro Infante.


"¿Es mío? ", dijo Eulalio. ." Tuyo amigo, y llévatelo ya porque mi garage es muy chico y me está estorbando la entrada", le contestó Pedro.


El Piporro se lo tuvo que llevar manejando hasta Monterrey, Nuevo León, quien a su vez lo usó varios años, era el tesoro de Eulalio. Y a principios de los años 90s el mismo Piporro se lo prestó al "Museo de Autos y Del Transporte de Monterrey A.C.", para su exhibición. El auto todavía se encontraba en buenas condiciones en esos años... Hasta que llegó el día.


El Piporro nos dejó físicamente en Septiembre de 2003, y de inmediato los hijos de este fueron a recoger del Museo el Fairlane de su padre. Todo parecía correcto y normal hasta que desde ya podemos hacer coraje.


El Ford Fairlane lo estacionaron afuera de la casa de El Piporro, pasaron los años y el coche fue víctima del sol, la lluvia y los ladrones. Ese coche que tanto cuidó El Piporro, ahora estaba abandonado a su suerte. Ningún familiar se quiso hacer cargo del automóvil. Podrido y con faltantes en sus piezas a alguno de ellos (un familiar) decidió llamar al chatarrero para que ahí mismo lo partiera en pedazos y venderlo por kilo.


Juan Manuel Escareño me lo cuenta y vuelve a vivir el coraje que le tocó ver. En ocasiones la misma familia cuando muere un familiar se vuelve indolente y egoísta, no les duele nada, hasta los álbumes familiares terminan en la ANÉCDOTA INÉDITA. La siguiente información nos la facilita el Ingeniero Juan Manuel Escareño, quien es el Director del "Museo de Autos y Del Transporte de Monterrey A. C." Nos reafirma el gran corazón de Pedro Infante.


Resulta que en cierta ocasión Pedro Infante le llamó a Eulalio González "El Piporro" y lo citó en su casa de Cuajimalpa. El Piporro no sabía en absoluto para que lo citó Pedro, tal vez imaginaba que era para algún proyecto de película. Cuando llegó Eulalio a la casa de Pedro, éste lo recibió con una enorme sonrisa y a su vez le entregaba unas llaves de un automóvil. ¿Y esto que es Pedro?, Contestó El Piporro. "Son las llaves de un regalo que te quiero dar", "Ven, acompañame", le dijo Pedro mientras se dirigían al garage de la casa de Cuajimalpa.


"¿Cómo ves?, es tuyo, te lo compré"... Al observar detenidamente, El Piporro vio que se trataba de un automóvil marca Ford Fairlane de 1955, dos puertas Hard-Top a dos tonos de color, nuevo de agencia, con la factura a nombre todavía de Pedro Infante.


"¿Es mío? ", dijo Eulalio. ." Tuyo amigo, y llévatelo ya porque mi garage es muy chico y me está estorbando la entrada", le contestó Pedro.


El Piporro se lo tuvo que llevar manejando hasta Monterrey, Nuevo León, quien a su vez lo usó varios años, era el tesoro de Eulalio. Y a principios de los años 90s el mismo Piporro se lo prestó al "Museo de Autos y Del Transporte de Monterrey A.C.", para su exhibición. El auto todavía se encontraba en buenas condiciones en esos años... Hasta que llegó el día.


El Piporro nos dejó físicamente en Septiembre de 2003, y de inmediato los hijos de este fueron a recoger del Museo el Fairlane de su padre. Todo parecía correcto y normal hasta que desde ya podemos hacer coraje.


El Ford Fairlane lo estacionaron afuera de la casa de El Piporro, pasaron los años y el coche fue víctima del sol, la lluvia y los ladrones. Ese coche que tanto cuidó El Piporro, ahora estaba abandonado a su suerte. Ningún familiar se quiso hacer cargo del automóvil. Podrido y con faltantes en sus piezas a alguno de ellos (un familiar) decidió llamar al chatarrero para que ahí mismo lo partiera en pedazos y venderlo por kilo.


Juan Manuel Escareño me lo cuenta y vuelve a vivir el coraje que le tocó ver. En ocasiones la misma familia cuando muere un familiar se vuelve indolente y egoísta, no les duele nada, hasta los álbumes familiares terminan en la basura.basura.

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