15 de julio.
Te necesitaba a ti como a nadie más.
Qué estúpido, mismo sitio, mismo insomnio, misma situación y misma persona: tú.
¿Y si te digo que no soy capaz de acostumbrarme a esto por mucho bien que me haga? Y es que odio los cambios, los odio más que a nada en este mundo pero esta vez no puedo quejarme. Un año, 365 días .
Ya no sé qué propósito tengo escribiendo. Supongo que desahogarme, ¿quién sabe? Y es que como la propia palabra indica, me ahogo. Me ahogo si no escribo y/o te expreso (aunque ligeramente) lo que siento. Y, ¿cómo decirte, idiota mío, que te quiero como a nadie, que hemos cambiado juntos y que gracias a ti (y a los demás, por supuesto) soy quien soy ahora mismo?
Creo que no hay mejor foto que aquella que ambos sabemos bien para representar todo esto; tú delante protegiendome de todo pero siempre haciendo el tonto y yo detrás apoyandote ante todo, pero siempre con miedo.
¿Qué somos? No lo sé. Mejor dicho, no lo sabemos pero si hay algo que es seguro es que somos libres.