"Mi padre, que tenía un vago temor de que la música no me diera para comer, me hizo estudiar teneduría de libros, taquigrafía, aritmética y ciencias ocultas, sin ningún resultado.
(...) Seguí estudiando música y fuí poco aplicado. Desde muy temprano amé a Bach y a Beethoven.
Me gustaba pasearme a grandes zancadas con la melena alborotada y los brazos cruzados a la espalda, por las románticas avenidas de Chapultepec.
Siempre tuvieron gran influjo sobre mí esas litografias y grabados que muestran al pobre de Beethoven con cara de pocos amigos desafiando un desatado tormentón .
He tenido muchos maestros, los mejores no tenían títulos y sabían más que los otros. De allí que siempre haya tenido muy poca veneración por los títulos, sigo teniendo maestros, escribo música, sueño con remotos países, y a veces doy tamborazos en tinas de baño."
Silvestre Revueltas
México, 13 de marzo de 1938