Durante décadas, Morgan Freeman fue simplemente un actor desconocido y luchador. Hasta los 50 años, trabajaba en teatros pequeños y conseguía papeles menores que apenas le daban para sobrevivir .
A los 30 años rechazó una beca permanente en el teatro porque creía que lo encasillaría. Trabajó como recepcionista, mensajero y hasta bailarín en ferias para sobrevivir. Pasaba tanto tiempo en el metro de Nueva York yendo a audiciones que los vagabundos lo conocían por nombre. A menudo dormía en el sofá de amigos porque no podía pagar un apartamento.
Su gran oportunidad llegó a los 52 años con 'Glory' y 'Paseando a Miss Daisy'. Los mismos estudios que lo rechazaban por 'viejo' ahora lo perseguían. La voz que usaba para sobrevivir como narrador de documentales se convirtió en una de las más reconocibles de Hollywood. Hoy, a sus 87 años, es considerado uno de los mejores actores de todos los tiempos.