La Cajita 
25 Feb, 2025
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La noche es para las ánimas…


 


LA CAJITA DE MADERA


(Cortesía de Luis Rivero)


Estado Anzoátegui/Venezuela.


 


Remito otra versión de la historia de “La Vela Misteriosa” que leí en una oportunidad en esta página de Círculo de Miedo.


Contaba Mamalucia (mi abuela Lucia Rivero) que cuando ella vivía en el cerro de El Papelón (hoy Sector Los Yaques-Puerto la Cruz, Estado Anzoátegui) poblado mayormente por margariteños, pasaban cosas extrañas cuando la gente salía o andaba de noche en las calles.


Contaba que una vecina de la misma calle donde ella residía en el cerro “El Papelón”, tenía por costumbre hacer sus oficios de casa por la noche, al terminar se sentaba a bordar en la ventana mirando hacia la calle. Dicha señora se enteraba de todo lo que pasaba en la calle en horas nocturnas, pues era su hora de “bordar”.


Cierta noche de domingo en el mes de noviembre por allá por los años 70´, la vecina bordadora, logra ver la figura de una mujer que camina por la calle cerca de la medianoche, le causó curiosidad ver quién era aquella mujer y qué estaría haciendo a esas horas por allí, por lo que se acerca más a la ventana y logra ver a la misteriosa figura quien a su vez acercándose le dice de manera intempestiva:


_Señora, usted que siempre está por aquí, guárdeme esta cajita, que yo mañana a esta misma hora pasaré a recogerla.


La vecina bordadora se entretiene a ver la cajita de madera, por cierto, y cuando levanta los ojos no logra ver a la mujer, cosa que no le causó mucho interés, puesto que en ese momento toda su atención reposaba en la “cajita de madera”.


Curiosa como era, la vecina abre la cajita para ver su contenido y solo observa dos velas blancas, pensó entonces: “Bueno, esa mujer es loca, tanto escándalo por dos velas, debe ser medio loca”.


Cansada, se va a dormir, y al día siguiente a eso de las 5:30, cuando mi abuela pasaba por su casa para dirigirse al trabajo, la llama y le pregunta.


_¡Lucia del Carmen, ¿anoche a eso de las doce no viste pasar una loca frente a tu casa?!


_No, yo me fui a dormir temprano, porque como era domingo, hoy tenía que pararme temprano para ir a trabajar donde Maruja en los altos de Santa Fe.—Le contestó Mamalucia.


_Anoche pasó por aquí una loca y me dejó una caja para que se la guardara, y en la caja lo que había eran dos velas, ya te la voy a enseñar, porque la mujer, según, viene esta noche a buscarlas.


Cuando regresa con la caja que abre a la vista de mi abuela, ambas se sorprenden pues en lugar de velas había dos huesos, es de hacer notar que eran como de tibia.


_¡Mujer, esas no son velas, son unos huesos!—Dice mi abuela admirada.


_Lucia, te juro ante los ojos de la virgencita del Valle que eran dos velas.—Aseguró la vecina mientras lloraba del susto.


_Mija, si es así, esa no era ninguna loca, era un ánima, que seguro iba pasando y tú la molestaste, ya te he dicho que la noche es para las ánimas .

Rece mucho, préndales una vela a las ánimas, seguro que lo que quería era darte una lección porque tú te la pasas pegada de esa ventana de noche. De todas maneras, si regresa, procure que una criatura llore, porque el llanto de los niños espanta esas cosas.


Angustiada pasó aquel día la vecina, y llegó la noche, en efecto, cerca de la medianoche, escuchó la puerta tocar, esta vez no estaba en la ventana bordando. Al oír ese sonido, antes de ir a ver quién tocaba, recordó el consejo de mi abuela e hizo llorar a un niño pequeño, efectivamente era la mujer de la noche anterior que venía por sus velas/huesos, entregándole apresuradamente la caja, entonces le gritó a la vecina:


_¡Te salvaste porque lloró la criatura!—Cuando la vecina mira por la ventana, vio que venía un entierro, cuatro personas cargando una urna y otros acompañando, todos vestidos de negro.—Esa urna viene vacía.—Siguió hablando la mujer.—Ese entierro era el tuyo, veníamos a buscarte, porque a ti te gusta trabajar de noche como a nosotras.


Terminado este evento la vecina no logró dormir en toda la noche del susto, pero solo esa noche, en adelante sería una de las primeras de los habitantes de El Papelón en cerrar puertas y ventanas.


 


Círculo de Miedo.

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