LA PLANCHA SU EVOLUCION ATRAVES DEL TIEMPO.
En las localidades de los municipios Guanta y Juan Antonio Sotillo se encuentran testimonios materiales y verbales de las costumbres domésticas en cuanto al uso de las planchas
realizadas en hierro, las cuales fueron utilizadas desde finales del siglo XIX aproximadamente, así como también las planchas de kerosén y gasolina, surgidas posteriormente. Entre las más comunes suelen encontrarse las planchas de hierro, las cuales eran calentadas en budares .
base triangular, lisa en su parte inferior y un asa o mango curvo para su manipulación. Eran calentadas en el fogón, directamente sobre brasas o sobre parrilla o budare a altas temperaturas para luego realizar el planchado. Este tipo abunda en número porque era necesario tener más de cuatro
calentando a la vez.,,
En la antigüedad la ropa sin arrugas han sido un símbolo de ostentación, refinamiento, pulcritud y categoría social durante más de 2.500 años. Nunca fue fácil conseguir este efecto. Las planchas antiguas primitivas empleaban la presión. Sólo algunas utilizaban el calor para eliminar arrugas o formar plieges en la ropa recien lavada-
En el siglo IV a.C., los griegos usaban una barra de hierro cilíndrica calentada, similar a un rodillo de amasar, que se pasaba sobre las ropas de lino para marcar los pliegues.
Dos siglos más tarde, los romanos ya planchaban y alisaban con un mazo plano, metálico, que literalmente martilleaban y plastaban las arrugas. Con estos dispositivos, el planchado era una tarea prolongada y tediosa. Era un trabajo que hacían los esclavos.
Los vikingos del siglo X apreciaban las prendas exentas de arrugas. Empleaban como plancha una pieza de hierro en forma de hongo invertido, que movían adelante y atrás sobre la tela húmeda. La ropa planchada y con pliegues marcados servía para establecer la distinción entre las clases altas y bajas. Los campesinos no tenían tiempo para planchar con tanto esmero, y los pliegues eran un signo externo de que se contaba con esclavos o sirvientes.
Hacia el siglo XV, las familias europeas acomodadas utilizaban la plancha llamada “de caja caliente” provista de un compartimiento para carbón o un ladrillo previamente calentado. Las familias más pobres todavía utilizaban la plancha sencilla de hierro, con mango, que se calentaba periódicamente sobre el fuego. La gran desventaja de esta plancha era que el hollín se adhería a ella y pasaba a las ropas.
Cuando se instaló la iluminación de gas en los hogares, en el siglo XIX, muchos inventores idearon planchas calentadas con esa forma de energía. El verdadero boom en el planchado llegó con la instalación de la electricidad en las casas.
El 6 de junio de 1882, el inventor neoyorquino Henry W. Weely obtuvo la primera patente de su país para una plancha eléctrica. Aunque su concepto de espiras resistentes al calor era imaginativo, la plancha en sí era poco práctica. Sólo se calentaba lentamente enchufada en su soporte, y se enfriaba rápidamente.