Entre Líneas y Universos?〰️

Eran dos mundos idénticos, pero separados por una barrera invisible. En uno de ellos, Alex vivía su vida cotidiana, atrapado en la monotonía de los días que parecían repetirse sin cambios .

En el otro, Emma se preguntaba si alguna vez encontraría a alguien que realmente la entendiera.

Todo comenzó cuando Alex encontró un viejo cuaderno en la librería de su abuelo. Sus páginas estaban en blanco, excepto por una frase escrita con tinta azul: *"Si puedes leer esto, respóndeme."*

Pensando que era una broma, Alex tomó un bolígrafo y escribió debajo: *"¿Quién eres?"*

A la mañana siguiente, una respuesta apareció en la página: *"Me llamo Emma. ¿Cómo hiciste esto?"*

Intrigados, comenzaron a comunicarse cada día a través del cuaderno. Compartían historias, sueños y detalles de sus mundos. Pronto descubrieron que sus vidas eran extrañamente similares, pero con pequeñas diferencias: en el mundo de Emma, la ciudad tenía un puente que en el de Alex nunca existió; en el de él, la luna siempre se veía más grande.

Con el tiempo, la amistad se convirtió en algo más profundo. Se enamoraron sin haberse visto, sin haberse tocado. Pero sabían que estaban atrapados en dimensiones distintas, y cada día la incertidumbre crecía.

Un día, Emma escribió: *"Tengo una teoría. Si el cuaderno nos conecta, tal vez haya una manera de cruzar."*

Investigaron durante semanas hasta encontrar una antigua leyenda sobre dos mundos reflejados. Decía que, en el equinoccio, cuando el sol estuviera en su punto más alto, la barrera entre dimensiones se volvería más débil en ciertos lugares.

El día llegó. Ambos se dirigieron al mismo punto en sus respectivos mundos: un viejo faro abandonado en la costa. Con el cuaderno en mano, escribieron su última frase al mismo tiempo: *"Estoy aquí."*

El viento sopló con fuerza. La luz del faro titiló y, por un instante, ambos sintieron un tirón en sus cuerpos, como si la realidad misma estuviera a punto de romperse.

Entonces, el cuaderno cayó al suelo.

Emma miró a su alrededor. Todo parecía igual. No había señales de Alex. Desilusionada, pensó que el plan había fallado. Pero entonces escuchó su nombre.

Giró lentamente y ahí estaba él. No en el cuaderno, no en la distancia, sino frente a ella. Real.

Se miraron por un instante que pareció eterno. Luego, sin dudarlo, corrieron el uno hacia el otro.

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