Las Campanas de la Duda✨?

El vestido blanco colgaba en la habitación, impecable, esperando ser usado. Natalia se miró en el espejo mientras su madre ajustaba los últimos detalles del velo .

Su corazón latía con fuerza, pero no por la emoción del día más importante de su vida, sino por la extraña sensación de que algo estaba mal.

Cuando la maquilladora terminó su trabajo, la puerta se abrió y una de sus damas de honor entró apresurada con un sobre en la mano.

—Esto estaba en la entrada, dirigido a ti —dijo con un tono de intriga.

Natalia frunció el ceño y tomó la carta. No tenía remitente. Sus dedos temblaron levemente mientras rompía el sello y desdoblaba el papel.

*"No te cases con él. Hay algo que no sabes. Reúnete conmigo en la fuente detrás de la iglesia antes de la ceremonia. Por favor, confía en mí."*

No había firma. Solo esas pocas palabras, escritas con prisa. Su mente se llenó de preguntas. ¿Quién la había enviado? ¿Qué era lo que no sabía?

—¿Todo bien? —preguntó su madre, notando el color pálido en su rostro.

Natalia asintió con una sonrisa forzada.

—Sí… solo nervios.

Pero no eran nervios. Era incertidumbre.

Cuando llegó a la iglesia, su corazón latía desbocado. Se suponía que debía caminar hasta el altar en unos minutos, pero en lugar de eso, rodeó el edificio y llegó a la fuente. Allí, apoyado contra la piedra, estaba alguien que jamás esperó ver ese día.

Diego.

Su exnovio.

El hombre que, años atrás, había sido el amor de su vida antes de que todo terminara de forma abrupta y sin explicaciones.

—Sabía que vendrías —dijo él, con los ojos cargados de emoción.

—¿Tú enviaste la carta? —preguntó ella, sintiendo que su voz se quebraba.

—Sí, porque no podía dejar que cometieras un error.

Natalia sintió un nudo en la garganta.

—Diego… tú me dejaste. Me rompiste. ¿Cómo puedes aparecer hoy y decirme que me estoy equivocando?

Él suspiró, pasando una mano por su cabello nerviosamente.

—No fue mi decisión. Me obligaron a dejarte, Natalia. Hubo cosas que nunca supe cómo explicarte. Pero si te casas hoy sin saber la verdad, viviré con ese peso toda mi vida.

Natalia sintió sus piernas temblar. La iglesia estaba llena. Su prometido la esperaba en el altar. Su familia, sus amigos… todos esperando verla decir "sí, acepto".

Pero allí, frente a ella, estaba el hombre que había amado con cada parte de su ser, diciéndole que su historia no había terminado.

—Si después de esto decides seguir con la boda, no diré nada más —susurró Diego—. Pero si hay una parte de ti que aún se pregunta qué habría pasado si nunca nos hubiéramos separado… entonces ven conmigo.

Las campanas de la iglesia comenzaron a sonar.

Era el momento de decidir.

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