Los Guardianes del Tiempo: La Sombra en el Pasado?⏰
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El sonido del reloj marcaba la medianoche cuando Erik activó el portal. Un resplandor azul iluminó la oscura habitación, reflejándose en los ojos de sus compañeros .
Sabían que tenían solo unos minutos antes de que el Consejo del Tiempo descubriera su ausencia.  

—¿Están listos? —preguntó Erik, ajustando su brazalete de salto temporal.  

Lucía asintió, su mano aferrando con fuerza el comunicador. Junto a ella, Noah repasaba los cálculos en su pantalla holográfica.  

—Nuestro objetivo es impedir la alteración del asesinato de Julio César. Si sobrevive, el mundo que conocemos dejará de existir.  

Erik miró a su equipo una última vez antes de saltar. La sensación era como caer a través de un túnel sin fin, hasta que la luz se apagó y se encontraron en el corazón de Roma, en el año 44 a.C.  

La ciudad bullía con actividad, el sonido de carros de madera y el murmullo de los ciudadanos llenaba el aire. Vestidos con túnicas robadas de un mercado cercano, avanzaron hacia el Senado. Sabían que alguien intentaba cambiar la historia, pero no sabían quién.  

Lucía encendió su rastreador temporal y lo revisó con urgencia.  

—Hay una anomalía en el Foro Romano. Alguien está interfiriendo justo antes de la reunión del Senado.  

Corrieron por las calles empedradas hasta llegar al Foro, donde divisaron a un hombre vestido con ropajes modernos, oculto entre las sombras. Sostenía un pequeño dispositivo que emitía un brillo rojizo.  

—¡Alto ahí! —gritó Erik, desenfundando su disruptor temporal.  

El hombre los vio y trató de huir, pero Noah le cortó el paso con un salto ágil. Lucía aprovechó para desactivar el dispositivo.  

—¿Quién te envió? —preguntó Erik.  

El hombre sonrió con ironía.  

—Ustedes piensan que están protegiendo el tiempo, pero en realidad están impidiendo el verdadero destino de la humanidad.  

Antes de que pudieran reaccionar, presionó un botón en su muñeca y desapareció en un destello de luz.  

—Tenemos que asegurarnos de que la historia siga su curso —dijo Noah.  

Desde su escondite, observaron cómo los senadores llevaban a César al Senado. Todo ocurrió como lo dictaban los libros de historia: las puñaladas, la traición, las últimas palabras del líder romano. La línea temporal estaba a salvo… por ahora.  

Pero sabían que su misión no había terminado. Alguien estaba jugando con la historia, y tendrían que estar un paso adelante si querían protegerla.  

Erik miró a sus compañeros.  

—Vamos. El tiempo no espera a nadie.
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