En palabras del historiador Dion Casio: “Macrino era moro de nacimiento, de Cesárea, e hijo de padres del más oscuro origen, por lo que se le comparó muy apropiadamente con el asno que el espíritu llevó al palacio; en particular, una de sus orejas había sido perforada de acuerdo con la costumbre seguida por la mayoría de los moros. Pero su integridad eclipsó incluso este defecto [...]
Tal era, pues, la naturaleza y los pasos que dió este hombre, que, mientras Caracalla vivía, concibió en su mente, por la razón que he expuesto, la esperanza de convertirse en emperador