Luisa de la Valliera - la amante del rey Luis XIV
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En la fastuosa corte de Luis XIV, donde la ambición era moneda de cambio, una mujer destacó por razones poco comunes: su amor sincero y su deseo de redención.


Luisa de La Vallière fue la primera gran amante del Rey Sol, pero, a diferencia de otras, no buscó poder ni riquezas, sino amor… y, finalmente, perdón.


 


Nació el 6 de agosto de 1644 en Tours, Francia.


De familia noble pero modesta, su infancia estuvo marcada por la educación religiosa y un carácter dulce y reservado.


No era la más bella de la corte, pero poseía un aire de inocencia que cautivó al hombre más poderoso de Europa.


 


En 1661, Luisa llegó a la corte como dama de honor de Enriqueta de Inglaterra, cuñada de Luis XIV.


Allí conoció al rey, quien, en un principio, fingió estar enamorado de Enriqueta para ocultar su verdadero interés: Luisa.


Pronto, su relación se convirtió en un escándalo, y la joven, apenas de diecisiete años, quedó atrapada entre la pasión y la culpa.


 


A diferencia de otras favoritas reales, Luisa no disfrutaba del juego de la corte.


No quería manipular al rey ni conspirar para obtener más poder.


Solo deseaba ser amada, y por ello soportó humillaciones y rivalidades, especialmente cuando Madame de Montespan apareció en escena.


 


Luisa dio a luz a cuatro hijos de Luis XIV.


Pero a medida que la relación se enfriaba y Montespan tomaba su lugar, se vio relegada a un segundo plano.


El dolor de ser olvidada por el hombre al que había entregado su vida la llevó a tomar una decisión radical.


 


En 1674, abandonó la corte y entró en un convento carmelita en París.


Se despojó de sus joyas, títulos y privilegios, buscando expiar sus años de amor ilícito con el rey.


Desde allí escribió: "Fui tan ciega que no veía nada, tan muda que no decía nada, tan sorda que no escuchaba nada".


 


Luisa de La Vallière murió en 1710, en el silencio del claustro, olvidada por la corte que una vez la envidió.


Su historia no fue la de una cortesana astuta, sino la de una mujer que amó demasiado en un mundo donde el amor sincero no tenía cabida.


 


De favorita a penitente, de amante a monja: Luisa fue la única que, al final, renunció a la gloria para encontrar la paz.

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