Cuando Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón en 1922, desató una fiebre por el Antiguo Egipto que aún perdura. Sin embargo, lo que pocos imaginaban era que, décadas después, la momia del joven faraón sufriría una de las manipulaciones más brutales en la historia de la arqueología.
Cuando los arqueólogos intentaron retirar la momia del sarcófago, se toparon con un problema inesperado: las resinas y ungüentos utilizados en el embalsamamiento se habían solidificado, adhiriendo el cuerpo al ataúd de tal manera que resultaba imposible extraerlo sin causar daños.
La solución fue extrema: cincelar la momia en pedazos.
???? El torso fue cortado por la mitad, separando las piernas y la pelvis.
???? Los brazos fueron desarticulados en hombros, codos y muñecas para retirar los brazaletes funerarios.
???? Las manos y los pies fueron arrancados y posteriormente unidos con resina.
???? Para liberar la cabeza de la máscara mortuoria, se usaron cuchillos calientes, causando daños irreversibles.
???? Para examinar los dientes, se realizó una incisión en la mandíbula y la garganta, lo que requirió reparaciones posteriores con resina.
Todo este procedimiento permitió a los anatomistas estudiar en detalle los huesos de Tutankamón, ayudando a determinar su edad aproximada en el momento de su muerte, estimada entre los 18 y 19 años.
El proceso de desmembramiento de Tutankamón no solo fue un atentado contra la preservación de su cuerpo, sino que también reavivó el mito de la "maldición de los faraones", que aseguraba que quienes perturbaran su descanso eterno sufrirían terribles consecuencias.
Hoy en día, su momia aún reposa en el Valle de los Reyes, fragmentada y con cicatrices de la historia, como testigo de un descubrimiento que cambió la arqueología para siempre.