No somos solo lo que vivimos, también somos lo que dejamos en los demás. No somos solo nuestras historias, sino la manera en que aparecemos en las de otros .A veces, sin darnos cuenta, nos convertimos en el recuerdo de alguien, en una risa que aún resuena, en una frase que alguien repite en voz baja cuando necesita fuerza.
Quizá nunca sepamos en qué momento marcamos la vida de alguien. Tal vez fue esa vez que escuchamos sin interrumpir, ese día que regalamos una sonrisa cuando nadie más lo hacía, o aquel instante en el que abrazamos a alguien sin decir palabra. Puede que ya no estemos en la vida de ciertas personas, pero algo nuestro sigue allí: un consejo, un gesto, una pequeña chispa de luz en su memoria.
Y así como dejamos huellas en otros, llevamos dentro las huellas de quienes pasaron por nuestra vida. A veces en forma de nostalgia, otras en forma de amor, pero siempre con la certeza de que cada encuentro nos transforma de alguna manera.
Quizá no podamos elegir cuánto tiempo estaremos en la historia de alguien, pero sí podemos decidir qué dejamos en su corazón. Que sea ternura, que sea paz, que sea un eco bonito de nuestra existencia.