"Una amiga me metió engañada en una red de tráfico sexual"
Hace 1 día
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Impactante testimonio de una colombiana que sobrevivió a la trata de personas en México.



Mientras abordaba un avión con destino a México en marzo de 2017, Alison Vivas pensaba que estaba emprendiendo un camino que la llevaría a poder independizarse económicamente y a sacar a su mamá de la situación de violencia doméstica en la que vivía.




Tenía 22 años, estudiaba Mercadeo y trabajaba vendiendo planes vacacionales, pero decidió pausarlo todo con tal de aprovechar una oportunidad que la vida le estaba poniendo enfrente.




Su amiga Milena le había conseguido un trabajo en Cancún, a más de 2.000 kilómetros de su casa en Bogotá.




Pero lo que vivió desde que se bajó de ese avión fueron los meses más oscuros de su vida y una experiencia que hoy, 8 años después, no deja de dolerle.


Por medio de engaños de una supuesta amiga, terminó siendo víctima de una red de trata de personas que reclutaba mujeres latinoamericanas y las llevaba a México para desempeñar diferentes labores, entre ella,s la prostitución.


Debido a una vida marcada por maltratos físicos y escasez de oportunidades, no dudó en aceptar la propuesta que, en 2017, le hizo una de sus mejores amigas, quien había viajado a México y desde allí le aseguró que era “otro mundo”.



Por eso, la animó a viajar a Cancún para forjarse un supuesto mejor futuro, lo que llevó a Alison a abandonar sus estudios de bachillerato y su trabajo como vendedora de planes vacacionales.

 

La decisión de aceptar la propuesta fue cuestión de días y todo ocurrió a escondidas de su madre y su hermana, ya que en su hogar se hablaba con frecuencia sobre el peligro que corrían las jóvenes que, en busca de una mejor estabilidad, viajaban a otros países y nunca regresaban.


Su amiga la puso en contacto con su supuesto jefe, quien le ofreció dinero para tramitar el pasaporte, con la condición de que la deuda sería pagada con el trabajo que realizaría en México. Además, la ayudaron a costear los tiquetes de avión.


Justo el día de su cumpleaños, empacó sus maletas y emprendió el viaje.


En la entrevista, explicó que estas personas fueron muy precisas al darle instrucciones sobre lo que debía decir en los controles del aeropuerto.


Tal como le indicaron, siguió las instrucciones y, al llegar al aeropuerto, fue recibida por un hombre que, según le dijeron, era el encargado de llevar a las mujeres a la vivienda donde se alojarían .

Era un hombre corpulento, poco amable y nada considerado.


Al llegar, la llevó a una casa ubicada en un callejón cerrado y aislado.


Allí la recibió otra mujer colombiana, quien, a diferencia del hombre, fue amable con ella.


Se llamaba Angélica y estaba encargada de cuidar la vivienda y a las demás mujeres que vivían allí.


En ese momento, todo le parecía normal. Como le habían dicho que pasaría unos días en México por trabajo, no vio nada extraño que le generara sospechas.


Sin embargo, al día siguiente, un hombre llegó a hablar con ella y le aseguró que debía firmar un documento, un tipo de contrato en el que se especificaba la deuda que tenía.


El contrato establecía que yo adquiría una deuda con la empresa para la que iba a trabajar de 170.000 pesos mexicanos (unos US$8.300) por concepto del trámite del pasaporte y de los vuelos”.


Alison firmó el documento sin analizar detenidamente sus términos y entregó su pasaporte como garantía hasta cubrir la deuda, que incluía gastos de transporte, hospedaje y manutención.


Confiada en que podría saldarla en menos de seis meses, no dudó en aceptar.


Sin embargo, al llegar al supuesto restaurante donde trabajaría, se dio cuenta de que no era un empleo convencional. Le entregaron un uniforme ajustado y observó cómo otras mujeres se sentaban con clientes y luego abandonaban el local con ellos para ofrecer servicios sexuales. Fue en ese momento cuando comprendió la verdadera naturaleza del “trabajo”.


“Empecé a indagar más y me explicaron: ‘Aquí lo que nosotras tenemos que hacer es sentarnos con un cliente. Tú te encargas de que esa persona te saque del restaurante a un servicio de compañía o un servicio sexual’”, narró Vivas.


Y agregó: “El cliente va y paga en la caja por el tiempo que quiere contigo. Un chofer del restaurante los lleva hasta otro lugar, que es de los mismos dueños. Ahí haces tu servicio, cumples tu tiempo, y el chofer te devuelve al restaurante”.


El único medio para reducir su deuda consistía en aceptar dichas prácticas e inducir al cliente a consumir lo máximo posible para generar ingresos. Sin embargo, el sistema estaba diseñado para mantenerlas endeudadas, invalidando cualquier esfuerzo por saldar lo adeudado.




Con el paso del tiempo, Alison fue trasladada a Bandidas, un bar en las afueras de Cancún donde la explotación sexual era evidente.

El lugar tenía todos los elementos que ella asociaba con un prostíbulo: desde shows obligatorios de pole dance hasta habitaciones destinadas a los servicios sexuales.

 

Teníamos que dar dos o tres shows cada noche, que consistían en salir a bailar casi completamente desnudas en un tubo de pole dance. Se bajaba una y se subía otra, y así durante 12 o 13 horas. (…) Yo nunca había bailado en público. La sola idea de hacerlo me generaba náuseas. Pero, como con todas las otras cosas por las que ya había pasado, no tenía alternativa. Aun así, en una noche lo máximo que lograba descontar de la deuda eran 500 pesos mexicanos (unos US$24). Prácticamente nada”, contó con tristeza, un sentimiento que aún no desaparece.




 

 La situación alcanzó un nivel aún más atroz cuando Alison fue testigo de actos de violencia contra otras mujeres, quienes desaparecían por varios días y regresaban con señales de abuso físico y psicológico.

Finalmente: 


En una intervención que inicialmente le generó temor por no comprender su naturaleza, un grupo de hombres armados irrumpió en el bar y anunció que eran autoridades realizando un operativo de rescate. La llevaron, junto con unas 35 mujeres, a una estación de policía, donde muchas aún dudaban si estaban siendo protegidas o enfrentaban un proceso judicial.


Tras varios días detenida, Alison fue deportada a Bogotá, Colombia, en un procedimiento que describió como inhumano y humillante.


Su regreso marcó el inicio de un proceso interno cargado de dolor y silencio, ya que ni siquiera fue capaz de contar su historia a su familia de inmediato.



 

 

 

 

 


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Dayra Martínez 37 puntos Hace 1 hora Dayra Martínez 37 puntos
omg, ? que cosas pasan hoy en día .....
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Hace 1 hora
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