Fernand Braudel, pionero de la Escuela de los Annales, explicaba que la historia se comprende a través de tres ritmos temporales: el más relevante es la larga duración, que abarca estructuras geográficas, climáticas o económicas que perduran siglos y condicionan el desarrollo de las sociedades.
Para Braudel, fenómenos como las rutas comerciales del Mediterráneo o los ciclos agrícolas definían más el curso histórico que los eventos políticos o las guerras, que consideraba meras "espumas" superficiales. Este enfoque priorizó el estudio de lo estable y profundo —como las mentalidades o las relaciones entre humanos y medioambiente— sobre lo efímero, revelando cómo las sociedades se adaptan a realidades que trascienden generaciones.
Su visión transformó la historiografía al desplazar el foco de los grandes personajes hacia las fuerzas silenciosas que moldean el tiempo largo.