Toda mi vida me han me gustado los atardeceres, y desde que te conocí para mí te volviste uno. Te volviste mi atardecer favorito, ese que me dejó impresionada por su belleza, paz y tranquilidad, que con esos colores que pintaba mis días a pesar de que el cielo estuviera nublado hizo que me enamorara, ese que podía pasar viendo horas y horas sin poder dejar de admirarlo, ese que me fascinó desde el primer momento, ese que será único para mí y me quedará marcado toda mi vida.
Poco a poco te fuiste convirtiendo en mi lugar seguro, ese lugar donde para mí no existían los problemas y no había nadie que me hiciera daño.
Fuiste esa tinta en mi corazón perfectamente imperfecta, esa que quedó marcada ahí como un tatuaje imborrable.
No tengo palabras para explicarte todo lo que generaste en mí y me hiciste sentir desde el primer momento.
Fuiste la atapa más bonita de mi vida y jamás me arrepentiré de haber compartido momentos contigo.