"Cada momento publicado en Instagram y Facebook lo convirtió en porno":  La traición de un hombre a su amiga, usando la inteligencia artificial.
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Era una cálida noche de febrero cuando un mensaje siniestro apareció en la bandeja de entrada de Hannah Grundy en Sídney (Australia).




"Seguiré enviando correos electrónicos porque creo que esto merece tu atención", escribió el remitente anónimo.




Dentro había un enlace y una advertencia en negrita: "(Esto) contiene material perturbador".


El enlace contenía páginas y páginas de pornografía falsa en la que aparecía Hannah, junto con detalladas fantasías de violación y amenazas violentas.



Escrito en letras cursis en algunas imágenes estaba el nombre completo de Hannah.


Su cuenta de Instagram estaba publicada, al igual que el suburbio en el que vivía. Más tarde se enteraría de que también estaba su número de teléfono.




Ese correo electrónico dio inicio a una saga que Hannah compara con una película .

Se convirtió en su propia detective y descubrió una traición repugnante por parte de alguien cercano y construyó un caso que cambió su vida y la legislación australiana.



La página web se llamaba "La destrucción de Hannah", y en la parte superior había una encuesta donde cientos de personas habían votado sobre las formas crueles en que querían abusar de ella.




Debajo había un hilo de más de 600 fotos viles, con la cara de Hannah pegada a ellas. Y entre las imágenes había amenazas escalofriantes.




"Estoy cercando a esta zorra", decía el mensaje principal.




"Quiero esconderme en su casa y esperar hasta que esté sola, agarrarla por detrás y... sentir su lucha", proseguía.



 Al hacer clic en el sitio web, Kris también encontró fotos de sus amigas cercanas, junto con imágenes que mostraban al menos a otras 60 mujeres, muchas también de Sídney.



Un caso histórico




El caso era territorio judicial desconocido para Australia.




Durante al menos una década, los expertos habían advertido que los avances en la tecnología conducirían a una ola de delitos con inteligencia artificial. Pero las autoridades fueron tomadas por sorpresa, dejando a las víctimas de los deepfakes, en su gran mayoría mujeres, vulnerables.




En el momento en que Andy (quien hizo las publicaciones) fue arrestado en 2022, no existía ningún delito por crear o compartir pornografía deepfake en Nueva Gales del Sur ni en ningún otro lugar de Australia, y el país nunca antes había visto un caso de esta magnitud.




El hombre de 39 años fue acusado de uso indebido de telecomunicaciones para amenazar, acosar o causar ofensas (un delito menor que se aplica a muchos delitos en Internet) y se le advirtió a Hannah que mantuviera bajas sus expectativas.



 Para Hannah, una vez más, el golpe bajo fue que un amigo al que amaba como "familia" estaba detrás del crimen. Andy siempre había parecido "tan modesto" y "realmente considerado", alguien a quien había llamado para buscar ayuda en momentos difíciles.



Australia ha criminalizado recientemente la creación y el intercambio de pornografía deepfake a nivel nacional.




Sin embargo, muchos otros países tienen leyes acusadas de contener lagunas legales o no penalizan en absoluto la pornografía deepfake. En Reino Unido, compartir una fotografía pornográfica alterada es un delito, pero crearla o solicitarla no lo es, aunque esto está a punto de cambiar.


Y..  ante unas fuerzas policiales mal formadas y con pocos recursos, muchas víctimas como Hannah o investigadores privados se ven obligados a convertirse en detectives y reguladores de facto.


Un daño irreparable



Después de varios años de infierno, Hannah también está tratando de seguir adelante.




Pero la inminente apelación de Andy amenaza el duro trabajo que ha hecho para reconstruir su vida y su salud mental.




Con las rodillas en el pecho y los pies metidos debajo de ella en el sofá, dice que Andy recibió la sentencia que se merecía.




"Porque para Hannah, y para las otras chicas, es para siempre... (esas imágenes) siempre estarán en Internet", dice.


Todavía paga por un servicio que rastrea la web en busca de ellas, y le preocupa que sus futuros amigos, empleadores, estudiantes y sus propios hijos las encuentren.


Él autor (Andy)  había convertido cada uno de esos momentos de Hannah en las Redes Sociales en pornografía, convirtiendo a los momentos felices en una vil pornografía.



 



 


 



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