Hubo un tiempo en el que Gameloft era el rey indiscutible de los videojuegos móviles. Antes de que Clash Royale, Free Fire o Candy Crush dominaran las pantallas de millones, esta empresa tenía prácticamente el 90% del mercado en la palma de su mano .
A finales de los años 90, Michel Guillemot, uno de los cinco fundadores de Ubisoft, vio lo que nadie más: el potencial de los teléfonos celulares como plataformas de videojuegos. Así nació Gameloft, en una época en la que los juegos se descargaban por SMS y los dispositivos eran extremadamente limitados.
Cuando Nokia y su sistema Symbian llegaron al mercado, Gameloft se adaptó rápidamente, lanzando títulos como el primer Call of Duty para móviles. Sin embargo, el verdadero salto llegaría en 2007 con el lanzamiento del iPhone y la App Store.
Gameloft entendió que era el momento de actuar y lanzó seis juegos en el primer año de la tienda de Apple. A diferencia de hoy, en ese entonces los juegos eran de pago, y la gente estaba dispuesta a comprar experiencias que se asemejaban a lo que veían en sus consolas. Esto permitió que la empresa creciera de manera exponencial.
Parte del crecimiento de Gameloft se debió a su estrategia de hacer versiones móviles de grandes éxitos de consola. ¿Querías un GTA? Ahí estaba la saga Gangstar. ¿Preferías un Call of Duty? Modern Combat era la alternativa. ¿Buscabas un Uncharted? Shadow Guardian era la opción.
Si bien la empresa fue señalada como “copiona”, la realidad es que sus juegos eran de alta calidad y llenaban un vacío en un mercado emergente. Michel Guillemot defendía su estrategia diciendo que la industria siempre ha trabajado con los mismos conceptos y que lo importante era hacer juegos bien hechos.
Este modelo de negocio funcionó durante años, y Gameloft se convirtió en un referente de los juegos premium para móviles. Sin anuncios, sin microtransacciones, solo una experiencia completa por un solo pago. Pero los tiempos estaban cambiando.
El mercado de los videojuegos móviles evolucionó, y con ello, las preferencias de los jugadores. Con la llegada de juegos gratuitos como Flappy Bird, Clash of Clans y Candy Crush, las personas dejaron de pagar por juegos y comenzaron a consumir experiencias ‘gratis’ con compras dentro de la aplicación.
Gameloft intentó adaptarse. Pasó de vender juegos completos a ofrecer títulos con anuncios y microtransacciones. Sin embargo, su transición no fue exitosa. Mientras otras compañías diseñaban juegos específicamente para este modelo, Gameloft simplemente intentó modificar los suyos, perdiendo así a su base de jugadores.
Las pérdidas comenzaron a acumularse, lo que llevó a despidos masivos y al cierre de estudios en varias partes del mundo. Finalmente, la empresa fue vendida al grupo Vivendi, que impuso un nuevo rumbo basado en los juegos como servicio.
Bajo esta nueva dirección, Gameloft eliminó muchos de sus juegos antiguos, enfureciendo a los fans. Sus títulos se convirtieron en experiencias centradas en el multijugador y en compras internas, dejando atrás la esencia de lo que alguna vez la hizo grande.
El golpe final llegó cuando las grandes compañías, como Activision y EA, decidieron lanzar sus propias versiones oficiales de juegos en móviles. Ahora, en lugar de elegir un Modern Combat, los jugadores podían descargar Call of Duty: Mobile. ¿Para qué jugar Gangstar si ya estaba GTA disponible?
Hoy en día, Gameloft sigue existiendo y generando ingresos, pero su legado como el titán de los juegos móviles ha quedado en el pasado. Lo que una vez fue una empresa innovadora terminó perdiéndose en la misma industria que ayudó a moldear.