Desperté con el sonido de una máquina que emitía pitidos a mi lado. No era la primera vez que la escuchaba, solo que en ese momento se mezclaba algo diferente.
Un olor.
Mi mente me estaba haciendo una mala jugada .
Podía sentir su aroma cerca de mí, olía a flores de manzanilla, a paz, a redención.
Me sentía seguro, incluso cálido.
Intenté pensar en cómo había logrado volver a estar entre sus brazos pero nada llegó a mí.
Intenté abrir los ojos pero fue imposible.
Necesitaba abrirlos para poderla ver, para acabar la pesadilla.
-Ethan-Dijo suavemente.
Mi nombre en sus labios me traía a la vida. Podía escucharla por horas solo pronunciando mi nombre.
Adquiría santidad cuando estaba con ella, eliminaba lo horroroso de mi vida y me bañaba en su luz.
Quería responderle pero mi boca no abría.
Cuando sentí en el dorso de mi mano algo cálido y húmedo, comprendí que ella se encontraba a mi lado en la cama de hospital.
No entendí qué hacía ni cómo había llegado hasta ahí, mejor dicho, no lo hice hasta que comprendí que lo que había caído en mi mano era una lágrima.
Su lágrima.
¿Por qué Ella lloraba?
¿No me había separado de ella para evitar sus lágrimas precisamente?
-Ethan... Lamento que estés así, esto es mi culpa, yo...-
No solo sentía sus lágrimas en mi mano, también podía sentir su llanto incesante, podía escuchar sus sollozos y la forma en que se trancaba su pecho al intentar respirar.
Eso hizo que mi propio corazón doliera.
No quería que sufriera.
Yo necesitaba quitarle su dolor, transferírmelo, hacer cualquier cosa para mitigarlo.
Solo me importaba quitar sus lágrimas y volverlas risas.
Habría vendido mi alma con tal de regresarle la sonrisa.
Pensé que el no verla era lo peor que me podía pasar pero no era así.
Lo peor era tenerla tan cerca y no poderla consolar.
Al rato su llanto cesó y comenzó a hablar.
-¿Te acuerdas del día en que nos conocimos? Estaba tan nerviosa al verte, tú presencia era demasiado imponente y después hablamos...-
Otra vez la escuché llorar, sentí su mano junto a la mía apretándome, pero no podía devolverle el gesto, no podía mover mis dedos.
-Conectamos al instante y después me pediste salir. Lo sabías, así como yo lo sé.
Estamos hechos el uno para el otro Ethan-
Ahí estaba mi nombre en sus labios otra vez.
Quería preguntarle la razón por la que me había rechazado esa noche. No tuve que intentarlo, ella continuó hablando.
-Estaba comprometida. Por eso te dije que no. Quise romper esa relación antes de tener algo contigo-
Si hubiese estado despierto de seguro mis ojos se habrían abierto con sorpresa.
Ella siempre me había dicho que sus padres la querían desposada de su amigo de la infancia.
Irónicamente era él mismo quién nos había presentado esa noche.
Nunca me enteré que ya estaba comprometida al conocerla.
Se había callado. Quería decirle que siguiera hablando, quería pedirle que me contara más de aquellos días.
-Rompí el compromiso esa noche. Y me volví a comprometer con él la mañana en que me dejaste-
El pitido de la máquina continuaba sonando, aunque reflejaba que mi corazón latía me sentí muerto al escuchar esas palabras.
¿Qué esperaba? Era lo que yo le había pedido.
Era a lo que la había empujado.
A los brazos de otro hombre.
Me sentí amargado, celoso, furioso.
Necesitaba despertar, levantarme y pedirle que renunciara a él otra vez.
Locas ideas inundaron mi mente.
Podía tomarla y escapar con ella.
Huir de todo.
Pero sabía que no lo haría.
No podía hacerle más daño a ella.
No podía seguir metiéndola en ese círculo vicioso que éramos nosotros juntos.
Ella era mejor que eso.
Además, no me sentía con la suficiente fuerza para renunciar a ella por segunda vez.
Estuve tan ensimismado en mis pensamientos que casi no escucho su voz en susurro al decirme:
-Volví a romper mi compromiso-
Y así toda mi fuerza de voluntad murió.
No debí sentirme tan feliz como lo hice al escuchar tan terrible noticia.
No debí querer gritarle al mundo mi amor por ella al escuchar que podía volver a ser mía.
Si hubiese podido moverme seguro la habría abrazado junto a mí.
Gracias a Dios no me podía mover.
Escuché a alguien llegar y decir que se tenía que alejar de mí.
Ella pidió un poco de más tiempo pero se lo impidieron.
Me sentí frío en cuanto su mano dejó la mía.
Me sentí otra vez solo.
-Volveré mañana Ethan. Y todos los días hasta que despiertes-
Era tenerla y no tenerla.
Porque aunque no podía tocarla seguía a mi lado.
Y si yo despertaba tendría que alejarla de mí.
Así que mientras volvía a la confusión de mis sueños más profundos y me despedía de la realidad...
Pensé en qué tal vez era mejor nunca despertar, para seguir con ella a mi lado y sin tener que recurrir a otra despedida inútil.