La historia nos ha enseñado una lección incómoda: el poder no pertenece a los justos, sino a los que comprenden las reglas del juego y saben manipularlas a su favor. Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche, dos de los pensadores más radicales de la filosofía occidental, nos revelan por qué el mundo parece recompensar a los despiadados y castigar a los virtuosos.
Schopenhauer, marcado por la traición y el fracaso, concluyó que la vida no es justa y que los más astutos, no los más morales, alcanzan la cima .
Nietzsche, por otro lado, desmanteló la idea de que la moralidad es una verdad absoluta. Para él, la moral tradicional no era más que una herramienta de control creada para debilitar a los fuertes y mantener el statu quo. La historia, argumentó, no es el triunfo del bien sobre el mal, sino una lucha de poder donde los que se aferran a la moral convencional se convierten en víctimas de aquellos que no tienen miedo de imponer su voluntad.
Pero si el mundo no es justo, ¿qué nos queda? Schopenhauer nos ofrece la posibilidad de ver la realidad sin ilusiones, de liberarnos de la ingenuidad y dejar de esperar que la justicia equilibre la balanza. Nietzsche, en cambio, nos desafía a superar la moral del rebaño y a forjar nuestro propio camino sin miedo al poder.