Todos hemos estado ahí. En medio de una conversación con alguien que habla con absoluta confianza sobre un tema que claramente no domina .
Se trata de un sesgo cognitivo en el que las personas con menos conocimientos o habilidades sobre un tema tienden a sobrestimar su competencia. Mientras tanto, los verdaderos expertos, conscientes de la complejidad del conocimiento, tienden a subestimar su propia capacidad.
Para entenderlo mejor, hablemos de un caso real. En 1995, dos hombres intentaron robar bancos sin cubrirse el rostro, creyendo que si se untaban jugo de limón en la cara serían invisibles para las cámaras de seguridad. Su lógica se basaba en la idea de que el limón funciona para hacer tinta invisible. Cuando fueron arrestados, estaban genuinamente sorprendidos de que su "técnica" no hubiera funcionado.
Este insólito suceso llevó a los psicólogos David Dunning y Justin Kruger a investigar cómo la falta de conocimiento puede hacer que las personas confíen demasiado en su propia percepción.
Seguro te ha pasado: ves un documental de una hora sobre un país y, de repente, sientes que ya entiendes su cultura. O lees un artículo sobre inversiones y piensas que podrías manejar la bolsa de valores. Esto es justamente el efecto Dunning-Kruger en acción.
El problema es que cuando creemos que ya sabemos suficiente, dejamos de aprender. Nos volvemos prisioneros de nuestra propia confianza.
Imagina dos personas:
La gran diferencia entre ellos es que Juan ignora todo lo que no sabe, mientras que Diego es consciente de sus propias limitaciones.
Esto explica por qué muchos abandonan proyectos apenas encuentran los primeros obstáculos: no se imaginaban que el camino sería más difícil de lo que creían.
Lo más curioso del aprendizaje es que, cuanto más sabes, más te das cuenta de lo poco que sabes. Y eso está bien. La verdadera inteligencia no radica en saberlo todo, sino en mantener una actitud de humildad y aprendizaje constante.