Imagina nadar en una playa paradisíaca y, de repente, sentir una sombra gigante pasar bajo tus pies. No es un tiburón blanco .
El Megalodón era un titán de los océanos. Alcanzaba los 20 metros de largo y pesaba más de 100 toneladas, el equivalente a cinco autobuses llenos. Su mordida tenía una fuerza de 182.000 newtons, capaz de partir una ballena en dos con un solo chasquido de sus poderosas mandíbulas. Para ponerlo en perspectiva, su mordida era más de tres veces más fuerte que la de un Tiranosaurio Rex.
Durante millones de años, este coloso dominó los mares sin rival, devorando todo a su paso, especialmente ballenas. Su presencia mantenía el ecosistema marino en equilibrio. Pero entonces, algo cambió.
Hace 3,6 millones de años, el Megalodón se extinguió debido a una combinación de eventos catastróficos.
Sin comida y con un hábitat cada vez más hostil, el Megalodón desapareció… ¿o no?
Algunas teorías conspirativas sugieren que el Megalodón nunca se extinguió y que se esconde en las profundidades del océano, como el foso de las Marianas. Sin embargo, esta idea no tiene sentido.
Si el Megalodón nunca se hubiera extinguido, los océanos serían completamente diferentes.