Imagina estar en medio de la noche, rodeado de un océano oscuro e infinito. El agua helada te corta la respiración y los gritos de pánico resuenan en la cubierta .
Violet Jessop, conocida como la "Señorita Inhundible", desafió al destino de una manera que parece sacada de una novela de aventuras. Su historia es un testimonio de resistencia, valentía y un asombroso giro del azar.
Desde pequeña, la vida de Violet no fue sencilla. Nacida en Argentina en 1887, fue la mayor de nueve hermanos y tuvo que madurar rápidamente para ayudar a su familia. A pesar de haber enfrentado una grave enfermedad que casi le cuesta la vida, logró salir adelante. Con el tiempo, se trasladó a Inglaterra y, siguiendo los pasos de su madre, encontró trabajo en el mar.
Pero no fue fácil. Su juventud y belleza hicieron que muchas compañías se resistieran a contratarla, pensando que distraería a la tripulación y a los pasajeros. Así que tomó una decisión ingeniosa: se presentó a las entrevistas con su peor ropa y el cabello despeinado, demostrando que su única intención era trabajar. Y lo logró.
En 1910, Violet fue contratada como camarera en el RMS Olympic, un lujoso transatlántico de la compañía White Star Line. Todo iba bien hasta que, el 20 de septiembre de 1911, el Olympic chocó contra el crucero militar británico Hawke en el estrecho de Solent.
El impacto sacudió el barco con tal fuerza que Violet fue lanzada al suelo. Afortunadamente, a pesar de sufrir graves daños, el Olympic logró mantenerse a flote y no hubo víctimas. Para muchos, un accidente así sería suficiente para alejarse del mar, pero Violet continuó con su trabajo.
Poco después, en abril de 1912, aceptó trabajar en un nuevo y prometedor transatlántico: el RMS Titanic. Se decía que era el barco más seguro jamás construido, y la joven aceptó el puesto sin saber que estaba a punto de vivir una de las tragedias más famosas de la historia.
Cuatro días después de zarpar, el 14 de abril de 1912, el Titanic chocó contra un iceberg en medio del Atlántico. En ese momento, Violet descansaba en su camarote, pero fue llamada a la cubierta para ayudar con la evacuación.
Mientras ayudaba a los pasajeros a abordar los botes salvavidas, un oficial le ordenó que subiera a uno de ellos para dar confianza a las mujeres y niños que dudaban en embarcar. Sin dudarlo, obedeció. Fue entonces cuando alguien puso un bebé en sus brazos. Lo sostuvo con fuerza mientras el Titanic se hundía en la oscuridad.
Horas después, el RMS Carpathia rescató a los supervivientes. En medio del caos, una mujer desconocida apareció, tomó al bebé de los brazos de Violet sin decir una palabra y desapareció entre la multitud. Años más tarde, Violet recibiría una misteriosa llamada telefónica preguntándole si ella había salvado a un bebé en el Titanic. Antes de que pudiera responder, la persona al otro lado de la línea simplemente rió y colgó.
A pesar de haber sobrevivido a la tragedia del Titanic, Violet no abandonó el mar. Durante la Primera Guerra Mundial, trabajó como enfermera en el HMHS Britannic, un barco hospital que transportaba soldados heridos.
El 21 de noviembre de 1916, mientras navegaban por el mar Egeo, el Britannic chocó contra una mina submarina. La explosión fue devastadora y el barco comenzó a hundirse en menos de una hora.
Violet no tuvo tiempo de abordar un bote salvavidas, así que saltó al mar. Pero el peligro no terminó ahí: las enormes hélices del Britannic seguían girando y succionaban todo a su paso. Con todas sus fuerzas, nadó para alejarse, pero fue arrastrada bajo el casco del barco y golpeada en la cabeza. Milagrosamente, su grueso cabello amortiguó el impacto y logró escapar.
Al llegar a tierra, le diagnosticaron una fractura de cráneo. Pero ni siquiera eso la detuvo. Continuó trabajando en el mar durante casi 42 años, viajando por todo el mundo hasta su jubilación en 1950.
Después de una carrera impresionante, Violet se retiró a una casa en Inglaterra, donde vivió hasta su muerte en 1971. Nunca buscó la fama ni se consideró una heroína, pero su historia quedó grabada en la historia marítima como un ejemplo de supervivencia sin precedentes.