Hubo un tiempo en que el streaming era la solución perfecta para disfrutar de películas y series sin interrupciones ni restricciones. Netflix revolucionó la industria al ofrecer un catálogo prácticamente infinito sin comerciales ni horarios fijos .
¿Por qué los servicios de streaming parecen estar en decadencia? Vamos a analizar los tres grandes problemas que han llevado a esta crisis.
Lo que comenzó con Netflix como un servicio único y revolucionario, pronto se convirtió en una batalla entre gigantes. Disney, HBO, Paramount, Amazon, Apple y muchas otras empresas quisieron su parte del pastel y lanzaron sus propias plataformas, fragmentando el mercado.
El problema es que ahora, para ver nuestras series y películas favoritas, es necesario suscribirse a múltiples servicios, lo que significa pagar varias tarifas mensuales que, en conjunto, pueden superar el costo del antiguo cable. Antes, con un solo pago, se accedía a cientos de canales; hoy en día, cada empresa guarda celosamente su contenido tras un muro de pago, obligando a los consumidores a elegir entre suscripciones cada vez más costosas.
Netflix solía destacar por su catálogo diverso y su contenido exclusivo de alta calidad. Producciones como Stranger Things o House of Cards demostraron que el streaming podía competir con el cine y la televisión tradicional. Sin embargo, la competencia feroz llevó a que cada plataforma comenzara a producir contenido en masa, priorizando la cantidad sobre la calidad.
Esto resultó en una saturación de series y películas con guiones flojos, efectos deficientes y narrativas poco inspiradas. Un claro ejemplo es el universo cinematográfico de Marvel, que tras años de éxitos, cayó en una crisis debido a la sobreproducción de películas y series que no lograron conectar con la audiencia.
El resultado: demasiadas opciones, pero pocas que realmente valgan la pena.
Otro golpe a la confianza del consumidor ha sido el cambio en las políticas de las plataformas. Netflix, que alguna vez fue símbolo de libertad y comodidad, ahora impone restricciones como la prohibición de compartir cuentas, incrementos constantes en los precios y la introducción de planes con anuncios.
Sí, los anuncios han regresado. Lo que diferenció al streaming de la televisión tradicional está desapareciendo rápidamente. Incluso Prime Video y Disney Plus han seguido los pasos de Netflix, incluyendo publicidad en sus planes más baratos.
Es irónico: el streaming nació como una alternativa a la televisión de paga, pero hoy en día se le parece más que nunca, con múltiples plataformas, contenido disperso y anuncios molestos.
El problema no es solo de las plataformas, sino de un modelo de negocio que prioriza las ganancias sobre la experiencia del usuario. Como consumidores, tenemos el poder de decidir a qué servicios suscribirnos y cuáles dejar atrás.
Si el streaming quiere sobrevivir, necesita volver a sus raíces: ofrecer contenido de calidad a un precio justo y sin complicaciones. De lo contrario, cada vez más personas buscarán alternativas gratuitas y legales para ver sus contenidos favoritos sin pagar una fortuna.