Por años, Kanye West fue sinónimo de innovación, creatividad y pasión. Su música marcó momentos inolvidables en la vida de millones de personas, incluida la mía .
Las polémicas siempre han rodeado a Kanye, pero lo que ha hecho en las últimas semanas es indefendible. Sus declaraciones llenas de odio y su comportamiento irresponsable no solo han traicionado a sus seguidores, sino que han manchado por completo su legado. ¿Cómo es posible que el mismo hombre que alguna vez luchó contra la adversidad ahora se dedique a propagar discursos peligrosos?
Ya no se trata solo de su música. Su actitud hacia su familia, sus declaraciones racistas y antisemitas, y el dominio evidente que ejerce sobre su actual esposa pintan un retrato de alguien consumido por su ego y totalmente ajeno a las consecuencias de sus actos.
Es difícil aceptar que alguien a quien admirábamos pueda caer tan bajo, pero es necesario abrir los ojos. Separar el arte del artista es válido, pero no podemos ignorar ni justificar lo imperdonable. La música de Kanye seguirá sonando, pero la imagen de ídolo que muchos teníamos de él se ha desmoronado para siempre.