El 7 de febrero de 1575 una mujer llamada Anna Maria Zieglerin pagaba muy caro su osadía de pretender encontrar la piedra filosofal. Después de ser despellejada viva con tenazas al rojo vivo, fue quemada en la hoguera.
Nacida en el seno de una familia noble en Pillnitz, alrededor del año 1550, llegó al mundo de manera prematura, por lo que, según ella misma explicó, su pequeño cuerpo fue envuelto en un extraño manto elaborado con piel humana y embadurnado con un ungüento especial.
Así permaneció varias semanas hasta que se consideró que su cuerpo había madurado lo suficiente para sobrevivir.
Anna Maria entró al servicio del duque Julio de Brunswick-Lüneburg junto a su marido para ejercer como alquimistas.
No tardó en informar al duque de que había encontrado la piedra filosofal y lo había hecho gracias a un ingrediente especial, un aceite dorado que ella bautizó como “sangre de león”.
Durante años vivió bajó la protección del duque hasta que este se hartó de sus vanas promesas y la acusó de hechicería, robo, adulterio y asesinato.
Atada a una silla de hierro, Anna Maria Zieglerin fue quemada viva sin haber llegado a los treinta.