Tener una PC potente no lo es todo si no está bien configurada, y muchas veces pequeños ajustes pueden mejorar significativamente el rendimiento de los juegos. Una de las primeras cosas que los jugadores deben hacer es asegurarse de que sus drivers estén actualizados, especialmente los de la tarjeta gráfica, ya que esto puede aumentar los FPS de manera considerable .
También es clave optimizar la configuración de energía en Windows, eligiendo el modo "Alto rendimiento" para evitar limitaciones innecesarias. Además, el uso de programas como MSI Afterburner permite monitorear la temperatura y el consumo de recursos, evitando problemas de sobrecalentamiento que pueden afectar la experiencia de juego. Ajustar los gráficos dentro de cada juego, reduciendo sombras y efectos innecesarios, también puede hacer una gran diferencia, permitiendo disfrutar de una experiencia fluida sin necesidad de gastar en nuevo hardware.