Procrastinar no es solo un mal hábito; es un problema que afecta nuestra productividad, nuestra salud mental y hasta nuestro bienestar físico. Pero, ¡tranquilo! No eres la única persona que lucha con esto .
La procrastinación no es sinónimo de pereza. Mientras que una persona perezosa simplemente no quiere hacer algo, un procrastinador sí quiere hacerlo, pero no consigue empezar. ¿Por qué nos pasa esto? Las razones van desde el miedo al fracaso y el deseo de evitar el estrés hasta la preferencia por gratificaciones inmediatas. Nuestro cerebro, acostumbrado a respuestas rápidas en redes sociales y contenido fugaz, se resiste a tareas que requieren esfuerzo sostenido.
Es normal procrastinar de vez en cuando, y castigarte por ello solo empeora el problema. Estudios muestran que las personas con poca autocompasión tienden a procrastinar más.
Si relacionas la actividad con un propósito significativo, será más fácil comenzarla. ¿Organizar tus finanzas? Piensa en la tranquilidad que sentirás después. ¿Hacer ejercicio? Imagina lo bien que te sentirás con más energía.
Un gran proyecto puede parecer abrumador, pero si lo divides en partes pequeñas, será más manejable. Completar cada paso te dará una sensación de logro y te motivará a continuar.
La inercia es el peor enemigo de la productividad. Muchas veces, el mayor reto es dar el primer paso. Escribir una primera línea, hacer una primera llamada o abrir un documento es suficiente para activar tu impulso de trabajo.
Este método consiste en trabajar durante 25 minutos sin distracciones, seguido de un descanso de 5 minutos. Repite el ciclo cuatro veces y luego toma un descanso más largo. Esto mejora la concentración y evita la fatiga mental.
Si tu teléfono es un problema, apágalo o guárdalo en otro lugar. Establece un espacio de trabajo libre de interrupciones. También puedes premiarte: tras completar una tarea, date una recompensa como ver un episodio de tu serie favorita.
Este método, creado por el filósofo John Perry, sugiere que pongas en tu lista una tarea aún más importante que la que estás evitando. De esta forma, tu cerebro procrastinará sobre esa gran tarea... pero terminarás haciendo la que realmente necesitas completar.