El problema de vivir en un mundo de fantasías es que anestesia tu deseo de cambio. Al imaginar escenarios donde eres exitoso, amado y feliz sin esfuerzo, estás engañando a tu cerebro .
El dolor no es tu enemigo. De hecho, es tu mejor aliado. Es el recordatorio de que algo en tu vida necesita cambiar. Si lo ignoras, si lo cubres con fantasías, seguirás estancado en el mismo lugar. El problema no es soñar con una vida mejor, sino hacerlo sin un plan realista, sin acción.
Fantasear es engañarte. Te imaginas en la cima, pero sin recorrer el camino. No ves el esfuerzo, los fracasos ni el aprendizaje necesario para llegar ahí. Simplemente te transportas a un mundo ficticio donde todo es perfecto.
Visualizar, en cambio, es otra historia. La visualización implica imaginar el proceso, el esfuerzo, la lucha. Si realmente quieres cambiar tu vida, no solo debes verte logrando el éxito, sino también haciendo el trabajo necesario para alcanzarlo.
Si hasta ahora has vivido más en tu cabeza que en la realidad, es momento de hacer un cambio. Deja de engañarte. Usa el dolor a tu favor. Abraza la incomodidad. Y, sobre todo, actúa. Porque no importa cuánto sueñes con una vida mejor, si no te levantas y trabajas por ella, seguirá siendo solo eso: un sueño.